POR LUIS SOTO
En el tema del sistema aduanero mexicano, en donde se ha incrementado el desorden en los dos últimos años — desde que Andrés Manuel López Obrador decidió entregar el control de todas las aduanas del país al Ejército y a la Armada de México—, la presidenta Claudia Sheinbaum, lejos de enmendar los errores de su antecesor parece estar dispuesta a superarlos.
En esta columna nos hemos referido con frecuencia no solo al desorden que existe en el sistema aduanero, sino a las consecuencias que ha generado que no exista una política en la materia.
López Obrador creyó que con darles el control de las aduanas a las fuerzas armadas se iba a resolver la problemática de dicho sector, empezando por combatir la corrupción, pero con el tiempo lo único que ha quedado claro es que “solo dio palos de ciego”.
Empecinado en que las Fuerzas Armadas tuvieran mayor participación en áreas estratégicas del gobierno les encargó también la administración de los puertos y varios aeropuertos; ya encarrerado les concedió la operación de todas las aduanas del país, con la instrucción de combatir la corrupción, el tráfico de drogas y de armas, para lo cual la Secretaría de la Defensa diseñó una estrategia consistente en reemplazar a todos el personal civil operativo y administrativo por militares con formación aduanera en todos los recintos que existen en territorio nacional, hemos comentado en este espacio.
AMLO ordenó que a partir del 6 de diciembre de 2022 ningún civil trabajara en ese sector: Jefes de turno, verificadores, moduladores, selección de vehículos para inspección, operadores tecnológicos, manejo de dispositivos electrónicos, área legal, cobro de impuestos, trámites administrativos diversos fueron reemplazados por militares.
A dos años de distancia parece que todo ha sido un fracaso.
En las aduanas más importantes del país, sobre todo las que se ubican en los puertos, el desorden es generalizado, el tráfico de drogas y de armas va en aumento, la corrupción sigue imperando, y lo más preocupante es que en algunas el crimen organizado “se ha metido hasta la cocina”; cobran “moches” para liberar contendores, extorsionan a los importadores de mercancías, han atentado contra la vida de los mandos aduaneros.
Quién haya convencido a López Obrador de que para combatir el tráfico ilegal de drogas y armas lo mejor era darle al Ejército y a la Marina el control de los puertos y las Aduanas cometió un grave error, pues para empezar ninguna de las dos entidades tenían en aquel entonces, ni tienen en la actualidad, el conocimiento la infraestructura suficiente para administrar los negocios, y mucho menos para combatir la corrupción que durante décadas ha imperado en todos los recintos fiscales del país, han comentado los especialistas y aquellos importadores que han caído en las redes de la delincuencia organizada.
Combatir la corrupción en aduanas y en los puertos es ilusorio. López Obrador nunca quiso que reconocer “que la regó” al entregar a las Fuerzas Armadas la operación y administración de las aduanas.
Los participantes en este importante sector de la economía esperaban que la presidenta Claudia Sheinbaum corrigiera el error y anunciara una profunda reestructuración, pero por el tono de sus últimos discursos y declaraciones ya vimos que no va a corregir nada de lo malo que hizo su antecesor.
Los especialistas en el tema insisten que a la señora presidenta la están engañando o mal informando sobre tan delicado asunto.
Por ejemplo, en su discurso de la semana pasada dijo que se va a profundizar en la reorganización del sistema aduanero para hacerlo más ágil, eficiente … y sobre todo para combatir la corrupción.
Hace dos años, el entonces encargado del negocio, Horacio Duarte, anunció que para la susodicha modernización se destinarían 50 mil millones de pesos para infraestructura y equipamiento tecnológico, principalmente, lo que permitirá un despacho más ágil de todas las mercancías que México importa y exporta; esta magna inversión permitiría, como por arte de magia, combatir la corrupción, decían.
La anunciada modernización y sus inversiones fueron “de dientes para afuera”, pues nadie ha visto avance alguno en los rubros mencionados, se comenta en el medio.
La triste realidad es que cada vez que en el gobierno se habla del sector aduanero, salen a relucir las mismas deficiencias de hace décadas, idénticas promesas de poner orden, iguales compromisos… pero con el paso de los años se descubre que todo es ficción.
Otra realidad indiscutible es que contra la corrupción en el sistema aduanero parece no haber antídoto.
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