Maestra, ¿se acuerda de mi?... Carta a mis exalumnos

  • Julio 10, 2024
  • Tiempo de lectura: 11 minutos

“En el próximo siglo, los líderes serán aquellos que empoderen a otros”.  — Bill Gates, magnate de los negocios y cofundador de Microsoft

 


Para los que me siguen en redes sociales, sabrán que en días pasados conté la anécdota de un exalumno, que me preguntó si me acordaba de él. 

Mi respuesta fue ligeramente graciosa. Le respondí que me acordaba de todas las veces que llegó tarde y de los exámenes que reprobó, pero también le recordé de la anécdota en la que respondió de manera acertada un ejercicio que realizó frente al grupo, con el resto de sus compañeros. 

Al momento de postear dicha anécdota, me "llovieron" una infinidad de mensajes de exalumnos preguntándome si también los recordaba, aun cuando las clases fueron en línea. 

Lo anterior, me motivó en compartirles mi experiencia en esta columna, y con ello, dirigir unas líneas a todos aquellos que fueron mis alumnos, para todos los que no me preguntaron, pero que sepan que están en mi corazón. 

A todos, sin excepción.

Apreciado Exalumno: 
Seguramente, ya no recordarás que fui tu catedrática, pero te daré unos datos para refrescar tu memoria.

Soy la docente que inició la primera clase con un discurso de motivación, aliento y superación, aderezado con un poquito de miedo, con el firme propósito de que te esforzaras en clase.

Adicionalmente, subrayé el tema del horario de entrada. Te dije de lo esencial que representa en la formación de un profesionista y que los términos eran fatales, por lo que, si te atrasabas en la entrega de una tarea, no sería revisada posteriormente. 

En cada clase, traté de darle un condimento extra de diversión; que se comprendiera el tema y lo llevaras a una vida práctica, por lo que en algunas ocasiones, nos volvimos actores y desarrollamos juicios; en otras, viajamos a otros continentes por varios años en la historia. 

Seguramente recordaras mi pasión por el Derecho Romano, y todas las veces que hablamos de Marco Tulio Cicerón, incluso, el esquema de feminismo y superación que llevo conmigo. 

En todas las clases, fomenté la lectura, algunas veces con cuentos y otras con novelas, aunque lo más importante fue notar la manera en que te apasionabas en cada capitulo y en cada frase de los personajes que me llegabas a contar a la siguiente clase. 

No me puedes preguntar si me acuerdo de ti, porque mi respuesta será  precisa,  te podría decir tu lugar exacto en el que tomabas la clase en el salón, asi como  o cuando estábamos en clase en línea cual era el fondo que aparecía en tu pantalla, también recuerdo el color de tu cabello y las veces que llegaste tarde; o hasta las veces que entregaste una tarea con retraso o la calificación de algún examen. 

De algunos de ustedes tendré presente con quien anduvieron, y también en el dolor de mi corazón, te vi llorar o quejarte de alguna situación injusta que la vida te presentaba. 

Con algunos de ustedes celebramos cumpleaños, baby shower e incluso tuvimos a bbs que llegaban temprano a clase a tomar nota con nosotros. 

También viene a mi mente, la película que vimos o los viajes a los que fuiste, supe de la emoción de un 14 de febrero, del 12 de julio, del 31 de octubre y hasta del 16 de noviembre.

Fui fiel testiga de la emoción de verte disfrutar de esos días, en que alistabas la exposición o verte nervioso por otro examen. 

De algunos de ustedes conocí a sus familias, a sus hijos, e incluso, fui sabedora si estudiaban otro programa académico, o la dificultad que tenían en otras materias. 

Te vi hacer amigos, te vi crecer, vi avanzar en cada materia y la metamorfosis de tu forma de hablar y caminar en el sendero de lo profesional. 

A muchos de ustedes los vi en los primeros semestres y después los vi titularse y volar para cumplir sus sueños, y otros, también los vi retirarse jurándome que regresarían a la escuela en unos años.

Sin embargo, en cada momento, recuerdo tu nombre, se en qué escuela te di clases, tengo presente de la materia que te impartí. 

Y,  seguramente, recordaré un momento divertido, incluyendo a quienes intercambiábamos francas platicas én cada clase, en donde el salón, es mudo testigo de cada ambiente estudiantil.

Confieso que, contrario al pensar de algunas personas, la tarea de una docente no es del todo fácil.  Pero la pasión de esta responsabilidad cotidiana supera cualquier espectativa.

Y no es fácil, porque uno se encariña con sus alumnos, porque en cada generación se va una parte de mi corazón, porque en cada clase hay un compromiso por enseñar, así como los temas esenciales que te servirán en tu formación  profesional. 

Y así, vendrán nuevos grupos, vendrán nuevos alumnos, pero mi memoria me es fiel. Por siempre los llevaré en mi mente y en mi corazón.  A perpetuidad. 

Confieso que, de ustedes, mis alumnos, también les aprendí. Es la temática de la vida. 

Atesoro su tiempo y la calidez humana que los distingue a cada uno de ustedes.


¡Un abrazo enorme!


Sinceramente...

Montserrat Vargas 



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