Una relación compleja

  • Septiembre 04, 2024
  • Tiempo de lectura: 8 minutos

El principal objetivo del lenguaje es comunicarse para compartir con los demás los resultados que se han logrado.Jean Paul Sartre

 

Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

 

Con la 4T se viven tiempos de la banalización y baja de nivel en diferentes frentes como la educación, la intelectualidad, las artes, las humanidades y hasta en la ciencia. Como si se tratara de acabar con todo aquello que le represente un riesgo de crítica para el régimen y para el presidente López Obrador que ha mostrado su desprecio para el conocimiento, para la ciencia, para las artes y las humanidades, ha querido terminar con las expresiones que exponen a su gobierno.

A lo largo de los años, los intelectuales han jugado un papel importante para los gobiernos, como pensadores, escritores, artistas y científicos. Con sus trabajos y el poder del conocimiento influyen desde la configuración de ideas y valores hasta la crítica del poder establecido con sus labores. En otros casos son hasta justificadores de los gobiernos y sus acciones.

 

A menudo, los intelectuales actúan como una voz crítica frente al poder político y denuncian las injusticias, cuestionan acciones y ofrecen perspectivas alternativas. Octavio Paz renunció a la embajada de la India por los hechos de Tlatelolco en 1968. En otros casos se vuelven cómplices de atrocidades con su simple silencio cuando el mismo poeta era uno de los consentidos de Carlos Salinas de Gortari. En ambos casos, no se puede poner en duda la calidad de su obra.

 

Este grupo de personas también constituyen lo que se llama “el círculo rojo”. Buscan ser la conciencia de la sociedad y estas les transfieren la responsabilidad del análisis y reflexión sobre los problemas sociales. Con la fuerza del conocimiento, los intelectuales ayudan a la sociedad a tomar conciencia de su realidad y a exigir cambios, aunque estos no sean infalibles y también se equivoquen o sean manipulados por otras fuerzas.

 

En algunos casos se vuelven asesores del poder y colaboran estrechamente con los gobiernos y dejan de lado su papel original de creadores. También se transforman en difusores de ideas que se implantan en la sociedad y ayudan a mantener el estatus quo.

 

En teoría los intelectuales deberían mantener su independencia, distancia con el poder para ejercer su función crítica, muchos sucumben ante la tentación de acomodarse al poder y pierden su credibilidad. Aunque insisto, la obra es punto y aparte.

 

La relación entre los intelectuales y el gobierno es compleja y cambiante. Si bien los intelectuales pueden ser críticos del poder, también pueden colaborar con él. Lo importante es que mantengan su compromiso crítico desde la literatura, la pintura, la música, la ciencia, la tecnología, desde las aulas o los institutos y que conste que no se trata de entrarle a la politiquería.

 

Los intelectuales del pasado estaban llenos de talento, de arte, de poesía y música. Ahora en Palacio Nacional se ufanan de tener moneros de cuarta, youtuberos sin formación, payasos y aplaudidores. Aunque para que ellos sean debe haber un público que influenciar que es responsable de lo que consume… pero mejor ahí la dejamos.

 

Entre Palabras

 

¿De verdad los alumnos de la UNAM que no quieren la reforma son manipulados? ¿Cuál es el rasero para medir?

 

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Hasta la próxima.

 



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