
El periodismo moderno no sólo se ha vuelto superficial, sino que ha perdido el sentido de la solidaridad y la responsabilidad…Ryszard Kapuscinski
Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Ya sabemos que en Palacio Nacional se sigue el manual que dejó el Pejelagarto: culpar al pasado. Todo es culpa de Felipe Calderón, “yo tengo otros datos” y otras tácticas que le fueron útiles a su mentor, pero que ya no funcionan. Aquí se lo dije: han perdido aquello de la autoridad moral, lo que supuestamente los hacía diferentes, pero los escándalos y la corrupción terminan por desnudar a cualquiera, sin importar quién se encuentre en el poder.
Los episodios de corrupción son varios. Por ejemplo, el de Segalmex y el desvío de recursos por más de 17 mil millones de pesos, además de la protección a funcionarios del primer círculo del “obradorato”. Ya en este sexenio, ahí queda lo de “La Barredora”, un grupo delictivo que involucra a quien fuera secretario de Seguridad de Adán Augusto López, actor importante en el Legislativo e íntimo amigo de AMLO. No hace mucho le contaba que la presidente estaba muy molesta por los escándalos, ya no quería estridencias, pero se les vino lo del huachicol.
Si pensaban que pasarían un septiembre de fiestas patrias, por aquello del informe, el Grito y el desfile militar, la cosa se descompuso y va tomando tintes escabrosos. Ahora sabemos que las denuncias existían desde 2022, y fue el propio exsecretario de Marina, Rafael Ojeda, quien presentó denuncias ante la Fiscalía General de la República sobre las operaciones de contrabando de combustibles conocidas como huachicol fiscal. El tema es la transparencia, los tiempos y los silencios de un gobierno que había declarado el fin de esas prácticas. Y las preguntas son pertinentes: ¿por qué en tiempos de López no se actuó? ¿Qué está pasando con las extrañas muertes de varios de los involucrados?

De nuevo, las preguntas son incómodas, pero necesarias. Quizá se necesite sensibilidad, pero hay que hacerlas. Cuando la presidente fue interrogada en su mañanera, se enojó, frunció el ceño, regañó al reportero y luego ya no quiso contestar, argumentando que se trataba de un tema de respeto. Después soltaron a las jaurías rabiosas en las redes para arremeter contra el reportero y exaltar la actitud de la mandataria.
Pero el tema es una bomba sin desactivar y las interrogantes van a seguir surgiendo a medida que avancen las investigaciones. En este caso y en el de “La Barredora”, los resultados deben ser contundentes. No se trata de dar gusto a los periodistas, sino de mostrar que ahora sí no hay impunidad, porque aquello del pañuelito blanco de López resultó una vacilada. Hay enojo en Palacio, se les terminó la autoridad moral y usan la furia para evadir… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
No importa si son activistas de izquierda o de derecha, nadie debería morir por una bala y nadie debería festinarlo.
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Hasta la próxima.
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