Retorno a la diplomacia entre EU y Rusia en la cumbre de Ginebra

 Por: Claudia Luna Palencia /     @claudialunapale

 

Ginebra, Suiza.- La paz es escarpada, tanto como la cordillera que rodea a Ginebra, sede de la más reciente cumbre entre Estados Unidos y Rusia, y que concluyó, mucho menos peor de lo que se anticipaba, tras los más recientes roces diplomáticos entre ambas naciones.

Para el presidente de EU, Joe Biden, el mensaje para su homólogo ruso, Vladimir Putin, ha sido “alto y claro” porque había que decirle, cara a cara, que hará “lo que tenga que hacer” para defender y proteger a su país; este primer vis à vis, en palabras del propio dignatario norteamericano, no ha sido otra cosa que business: “No somos viejos amigos, ha sido puro trabajo”.

De la reunión, el presidente ruso negó que tuviese un carácter hostil, de hecho, ambos acordaron restablecer a sus respectivos embajadores tanto en Washington, como en Moscú. Putin calificó el diálogo bilateral de constructivo con “una larga lista de prioridades” en la que uno y otro país deberán  encontrar un marco de entendimiento.

“No hubo necesidad de mirar a nadie a los ojos… podemos alcanzar un acuerdo en todo; hay muchas cosas por resolver en las relaciones entre las dos potencias”, destacó en rueda de prensa.

La cita histórica se llevó a cabo en Parc la Grange, un parque con una superficie cercana a los 210 mil metros cuadrados, con bellos jardines, fuentes y una casona histórica del siglo XVIII a orillas del lago de Ginebra.

Mientras la ciudad hervía de calor, con los termómetros por arriba de los 30 grados, el ambiente previo a la cumbre desbordaba tensión por la escalada en los crecientes roces entre EU y Rusia a tal punto que había dinamitado la diplomacia tradicional.

Recién en marzo pasado, en una entrevista para la ABC, el inquilino de la Casa Blanca respondió que  creía que Putin es “un asesino”, afirmación que desató a los pocos días la salida de Anatoli Antónov, embajador de Rusia en Washington llamado por el Kremlin para evaluar el tono de las relaciones entre la Unión Americana y la Federación de Rusia.

Para abril, el presidente Biden autorizó la expulsión de diez diplomáticos rusos, lo que en concomitancia provocó, la respuesta en la misma tesitura por parte de Putin sacando del país a diez diplomáticos estadunidenses y pidiéndole al embajador norteamericano, John Sullivan, su vuelta a EU.

Ya en mayo, a pesar de tener la fecha de la cumbre pactada entre ambos dignatarios, en los días previos Rusia colocó a EU en la lista de países hostiles una represalia por la retórica antirrusa en la Casa Blanca y por las nuevas sanciones a Rusia como el bloqueo de las exportaciones de productos para elaborar armas químicas.

Así se ha llegado al primer cara a cara entre Biden y Putin, con un escenario de rispideces previas, sumadas a una larga  lista de asuntos acumulados en los últimos años entre las dos naciones.

En palabras de Biden, dichas a su homólogo ruso, su país no busca “una nueva Guerra Fría”  y en cambio, varias veces, durante su interlocución mencionó de forma insistente la necesidad de tener una cooperación estratégica.

“He venido aquí a decir lo que tengo que decir, porque vengo de hablar con varios países y ahora lo hago con Rusia; ningún presidente de EU tolerará que quieran alterar su democracia… no toleraremos que quieran desestabilizar a nuestro país de ninguna forma… responderemos”, enfatizó Biden.

Ha sido una advertencia directa porque los servicios de inteligencia norteamericanos señalan que los constantes ciberataques y actuaciones ramsoware sufridos en varias infraestructuras vitales han sido perpetrados desde Rusia.

En mayo pasado, quedó secuestrado informáticamente el oleoducto de la empresa Colonial dejando sin combustible a 17 estados de EU, provocando un caos; dos meses antes, en otro ataque cibernético, una planta de tratamiento de agua en Oldsmar, Florida detectó a tiempo que “alguien” estaba manipulando los niveles químicos de hidróxido de sodio para envenenar el agua de la ciudad.

Para Biden, la ciberseguridad y frenar estos ataques son su prioridad y así se lo hizo saber a Putin: “¿Yo te pregunto, si a ti te gustaría que te estuvieran atacando estos ciberdelincuentes, por ejemplo, a tus refinerías? ¿Te gustaría?”.

A lo que añadió de forma tajante que EU va a comenzar a responder a cada ciberataque con sus máximas capacidades porque “hay que parar a estos criminales del ramsoware” e invitó a su contraparte a ponerles límite juntos “porque es inaceptable” y crear un marco de actuación para generar un escenario de ciberseguridad. Le dijo, que hay 16 puntos fundamentales de la infraestructura estadunidense que deben quedar fuera de cualquier ataque porque si no, responderán.

Previo al almuerzo en Parc la Grange, las primeras palabras fueron de una salutación informal (un buen apretón de manos) y hablaron rápidamente del clima y el sol radiante que caía a la hora del evento que inició con una puntualidad casi inusual porque el mandatario Putin arribó a la región del Ródano con la previsión necesaria para iniciar las conversaciones a las 13 horas; llegó a la casa a las 13.03 y diez minutos después entró Biden.

Acto seguido, los dos posaron para los medios de comunicación de todo el mundo (junto con Vértigo mil periodistas y en la cumbre de Helsinki de Trump y Putin en 2018 fueron 3 mil 300 periodistas) aprobados para asistir presencialmente a recoger el testimonio histórico también flanqueados por Guy Parmelin, presidente de Suiza.

Sus primeras impresiones las intercambiaron sentados en un salón-biblioteca acompañados por sus dos hombres de confianza: Anthony Blinken, secretario de Estado de EU y el experimentado Serguéi Lavrov, titular de Exteriores ruso.

Biden colocado a la derecha con su corbata azul tenía un rostro semisonriente, le decía a Putin que era importante hablar de “cooperación” mientras el dignatario ruso, sentado a la izquierda, llevaba una corbata roja y no perdía detalle con la vista aguda y su rostro serio pero relajado. En medio de los dos, un globo terráqueo… el mundo siempre es un balón en disputa.

La agenda –previamente pactada– incluyó tanto el terreno de la diplomacia, el tema de las armas nucleares, los ciberataques, el espionaje digital, los ataques de ramsonware, las libertades políticas y los derechos humanos; poco se habló de Afganistán, Siria, Libia, el terrorismo internacional porque las tres horas con 21 minutos –con almuerzo incluido– en las que dialogaron fueron muchas menos de las acordadas;  originalmente se pactó entre cuatro a cinco horas.

“El pueblo norteamericano y el ruso se merecen una vida segura y estable, tenemos los dos esa responsabilidad por eso creo que tenemos que discutir una estrategia”, aseveró Biden.

Sin amenazas mutuas pero con muchos reproches

 

El tono del presidente estadunidense nunca fue amenazante, pero sí serio, respetuoso y claro en el mensaje de lo que buscaba transmitirle a su homólogo ruso que fue educado pero no se mordió la lengua para, mordaz, recordarle al norteamericano varios problemas sensibles en EU relacionados con los derechos humanos y las libertades políticas haciendo alusión a los casos de George Floyd y el asalto al Capitolio por una andanada de inconformes y seguidores de Trump que cuestionaban la veracidad del resultado electoral.

Putin le habló asimismo de las cárceles estadunidenses en el mundo, como la de Guantánamo y  otras más que “la CIA tiene en varias partes” y le reprochó que el drama de Siria no acaba porque a EU no le cae bien Bashar al Assad.

Por su parte, Biden entró en terreno espinoso al abordar la situación del opositor ruso, Alexsei Navalny, encarcelado apenas volver a Rusia tras ser tratado de un envenenamiento en Alemania.

Después tocó el caso de Ucrania, sin mencionar si la impulsará para entrar de forma inminente en la OTAN,  aseveró que EU hará todo a favor del respeto de su soberanía y de su territorio.

Ante estas diferencias, la invitación del mandatario estadunidense pasa por construir con Rusia un diálogo estratégico en el área de la cooperación para “apoyarse” y sobre todo tener una relación “más predecible”.

Si bien están separados ideológicamente en la defensa de los valores de la democracia, las libertades políticas, los derechos humanos y la actuación geopolítica, como resultado de esta cumbre EU y Rusia, además del restablecimiento de los respectivos embajadores y cuerpos diplomáticos en los próximos meses se trabajará en un construir un acuerdo marco que estará a cargo de Exteriores en Rusia y del Departamento de Estado de EU.

“Podemos construir  un acuerdo relevante hay que revisar tema por tema; esta también el control del arsenal nuclear  que hace unas semanas atrás renovamos por otros cinco años más, tanto Rusia como EU, pero se puede hacer más al respecto”, reconoció el dignatario eslavo.

Ahora bien, para Putin hay injerencia estadunidense que busca desestabilizarlo a él y crearle problemas en Rusia porque “hay grupos estadunidenses que financian a la oposición en mi contra, en nuestro territorio” y por tanto, son enemigos de Rusia, y ante esto “aplicaremos la ley” a como dé lugar.

En cuanto a Ucrania, la única salida, según Putin es el respeto de los Acuerdos de Minsk y que también la OTAN y EU dejen de provocar a Rusia con sus acciones militares.

A la palestra saltó igualmente el Ártico: Biden, así lo manifestó, está preocupado por los informes que advierten de una militarización del Ártico bastante acelerada por los rusos.

 

Entre elogios y recelos

 

 

         La cumbre de Ginebra ha sido constructiva, va a permitir que dos países relevantes en la geopolítica y geoestrategia puedan volver a la senda de la diplomacia aunque no converjan en ninguno de los grandes temas salvo el relacionado con el cambio climático, el control de las armas nucleares y ahora, bajo la presión de Biden,  buscar una cooperación en ciberseguridad.

         ¿Cuánto va a durar el imperio de la diplomacia entre ambos? Puede que se construya una nueva relación de cara a 2030 o bien que dinamite en cinco minutos.

         Hay diálogo político entre ambos presidentes, porque se reconocen como personas con un liderazgo de largo tiempo  lo que les permite tener un lenguaje, aunque los dos tienen una personalidad que choca la una con la otra; Biden, durante el almuerzo habló de su familia, de su madre y de los valores que ella le había inculcado.

         Fundamentalmente es un demócrata y se estrella con la personalidad de Putin que ve en él a un hombre pragmático, sin embargo, cada uno tiene sus propios intereses.

         No habían pasado ni cinco minutos después de concluir el evento bilateral y Biden ya había calificado de “ridículo” a Putin por señalar –ante los periodistas en Ginebra– que en EU también tienen problemas de libertades civiles  y políticas aduciendo el asalto al Capitolio.

Joe Biden es tan anti Putin, como lo era Barack Obama a lo largo de los ochos años que duró de presidente de EU, tiempo en el que Rusia fue enviada a la congeladora de los encuentros selectos como el del Grupo de los 7, tras la anexión de Crimea.

         Ese cortocircuito ha quedado nuevamente en evidencia en Ginebra, entre Biden y Putin;  cada segundo fue una milimétrica lucha de fuerzas y de reproches, para ver quién de los dos, imponía su personal visión acerca de la geopolítica.

Si bien, el escenario elegido no podía ser más neutral, la cordillera de montañas que abrazan a la tranquila ciudad suiza son tan escarpadas y extensas, que desde el avión parecen acariciar a los viajeros y son literalmente tan rocosas como lo es, en este momento, la relación calcárea entre rusos y norteamericanos.

 

  

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