Lola, hizo de París su territorio

Por: Jesús Corona Osornio

 

Lola, divertida, apasionada y a veces cruel, sin límites y sin fronteras, hizo de París su territorio.

La conocí y fue algo que aún no puedo explicarme. De inmediato comenzamos a charlar, a pesar de su posición social, se asemejaba mucho a cualquier persona común.

Elegante, atrevida y con un francés exquisito capaz de corregir a cualquier nativo, algún detalle en su lenguaje.

Lola, caprichosa y loca, visceral y muy inteligente, pese a su juventud poseía una cultura extensa, generosa al regalarla en sus charlas. Era una lectora inagotable y sus farras también infinitas.

Con ella escuchar música era una delicia, su pasión después de la Ópera era el rock, no amaba a los Beatles solo a George Harrison y pensaba que John Lennon era un sofista. Así era Lola.

Sorpresivamente, llegaba a la buhardilla en la que yo vivía con la modestia de un estudiante becado.

Su poderoso auto, descapotable, nos llevaba por algunas horas a recorrer París.

No el París de los turistas, un París oscuro, repleto de personajes maravillosos para una novela.

Lola con sus vaqueros ajustados sus blusas blancas de seda escotadas y su grito de guerra, ¡vamos a beber! Esa era la señal que presagiaba noches sin dormir, entre coñac, whisky, yerba y polvo blanco para snifar.

Lola, amiga y confidente de sexoservidoras, pertenecientes a las clases bajas y a minorías de emigrantes legales o no.

Lola, desnudez de luna, noches apasionadas y amaneceres de resaca y frío. El Sena reflejaba la luna en noches de caminatas.

 Montparnase nuestro refugio, algunas ocasiones también Montmartre, nunca Champs Elyses, los Elíseos presuntuosa avenida. Rue de la pax, y tantas otras que Lola encontraba demasiado frívolas.

Noches de exceso, noches repletas de rostros indescriptibles en el piso de Lola, fastuoso, de ensoñación digno de alguna princesa de reportaje de Hola.

Lola tan extraña como exquisita amante.

Lola intelectual y salvaje, sofisticada y posesiva. Lola sigue recorriendo ese París naif, más cercano al París de Lutrec, para ella las calles de París curaban su padecimiento, eran su suero para morir feliz.

Lola, te extraño, París ya no es el mismo sin ti.

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