
La Academia de la Danza Mexicana (ADM) celebra 75 años de su fundación este 1° de febrero. Fue concebida en 1947 por Calos Chávez, fundador y primer director del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), como un taller de experimentación y creación de la nueva danza mexicana.
La iniciativa de la conformación de la ADM fue de las bailarinas y coreógrafas Guillermina Bravo y Ana Mérida, a partir del legado creativo que dejaron en nuestro país dos figuras trascendentales para la disciplina a nivel internacional, Anna Sokolow y Waldeen, sólo un par de meses después de la creación del Inbal.
En esta etapa inicial funcionó como taller coreográfico, con lo que logró una significativa trayectoria de éxitos internacionales y protagonizó momentos importantes en el movimiento de danza moderna nacionalista. Fue así como inició la línea coreográfica y artística que inspiró a la primera generación de maestros-bailarines de la escuela.
La ADM tiene previstas actividades conmemorativas que se darán a conocer próximamente, entre ellas un homenaje a Josefina Lavalle, quien dirigió la institución, y a quienes siguen presentes y son parte de la trayectoria de la escuela.
En su primer periodo, agrupó a estudiantes a quienes formaba para incorporarlos a la compañía, lo que con el tiempo daría lugar a la separación de las funciones y al establecimiento de dos instancias: el Ballet de Bellas Artes, dedicado a la creación y difusión, y la ADM, consagrada a la educación dancística profesional. Esto derivó en la llamada “Época de oro” de la danza moderna mexicana.
La trayectoria de la ADM está también asociada al talento y aportaciones de grandes figuras: Josefina Lavalle, Guillermina Peñalosa, Rosa Reyna, Guillermo Keys, Sonia Castañeda, Elena Noriega, Emma Duarte y Marcelo Torreblanca, entre otros.
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