Islas Marías: ayer, una prisión; hoy, un paraíso…

 

Que nadie me robe ningún día, pues no me va a devolver nada que merezca tanto gasto. Seneca

Por: Montserrat Vargas 

Quién no ha escuchado hablar del centro penitenciario “Islas Marías”, icónica prisión que fue protagonista de miles de historias y películas mexicanas.

Tema obligado en la asignatura de derecho penitenciario, y que enmarca un pensamiento del tratamiento criminal mexicano, en una época de la historia.

Esta prisión se ubicaba en un archipiélago llamado María Madre, a 112 kilómetros del estado de Nayarit, en el océano pacifico mexicano.

Esta cárcel fue inaugurada en 1905, por instrucción de Porfirio Diaz, siendo presidente de la república, y a partir de ese momento fue el lugar mas temido por los mexicanos.

Con una extensión de 145 kilómetros, albergaba a los más peligrosos criminales de México, al grado que fue apodada El Alcatraz Mexicano; comparándola asó con la prisión federal de estados unidos.

Esta prisión operó por más de un siglo, culminando sus labores el 11 de marzo del 2019, se estima que dentro de sus celdas albergo a más de 45,000 presos, y con su cierre se dio fin a la última isla prisión del continente americano.

De los delitos que abundaban en dicha prisión, fueron el robo, circulación de moneda falsa, vagancia, y qué decir de presos políticos.

Entre los más destacados prisioneros, albergó a José Revueltas, quien producto de su instancia escribió el libro “Los muros de Agua”, donde narró todas sus vivencias en dicha prisión.

Y también la "madre Conchita", como era conocida la monja Concepción Acevedo acusada de ser la autora intelectual del asesinato del entonces presidente electo, Álvaro Obregón.

Otra leyenda contada en esta prisión fue que estuvo albergado “El Sapo”, quien confesó haber asesinado a mas de 150 personas, cuando llegó a la prisión se hizo amigo del sacerdote Juan Manuel Martínez, acercándose a la religión dejó las armas, y sin poder defenderse, fue asesinado por otros reclusos.

La amistad perduró hasta la muerte, por lo que sus tumbas se encuentran juntas en la isla.

 

Fue entre 1940 y 1950, cuando Las Islas Marías se convirtió en una colonia penitenciaria, en la que se permitió que los presos pudieran vivir en compañía de sus familias, fomentando así la convivencia.

En todo momento, se habló que dicha cárcel operaba más con prácticas policiales que un sistema de justicia.

Empero, en los últimos años se fomentó uno de los ejes de lo que hoy conocemos reinserción social y a los presos semi liberados se les brindó la oportunidad laboral en empresas que radicaban en la misma isla, una camaronera o un aserradero.

Pese a ese avance, en el 2013 se registró uno de los actos más violentos por parte de 500 presos, que en búsqueda de más comida y mayor tiempo de convivencia, prendieron fuego a sus colchones como una forma de protesta, por los abusos de las autoridades penitenciarias.

Hoy, se busca que las instalaciones de esta prisión se conserven como un centro de educación ambiental y cultural, con el nombre “Muros de Agua – José Revueltas”.

Se ha proyectado que los visitantes realicen actividades de senderismo y deportes extremos.}

En materia de aves, se podrá observar un loro endémico, Amazona de Tres Marías, no encontrado en otro lugar; así como los colibríes de picho ancho, el charran del caspio, etc.

Así mismo los visitantes podrán bucear en los arrecifes de coral y estar presente en el avistamiento de ballenas.

Ante todo este escenario, existen opiniones encontradas de expertos.  

Algunos refieren que es un error cerrar la prisión en contraste con el aumento de la delincuencia. Otras voces aplauden este proyecto.

Sin duda, con el cierre del penal, culmina una etapa del sistema penitenciario en México, criticado por muchos, pero de la cual, continuamos aprendiendo.

Como colofón, les dejo un fragmento del Libro Muros de Agua, José Revueltas, esperando así fomentar la lectura de este ejemplar:

"Las noches de la isla son palpitantes y llenas de misterio. Del océano salen sombras oscuras y cálidas, que se detienen en el aire adhiriéndose a los hombres y penetrando en sus sueños. Entonces aparecen mareas difusas, llamamientos que vienen de muy lejos y referencias interiores que vuelven el espíritu hacia sus propis orígenes".

"Nadie puede resistir el influjo y se experimenta la necesidad de ir hacia el mar, desde la playa, como hacia un viejo dios, no para oír palabras ni rumores, sino para no oír nada, y quedarse en la oscuridad, donde cielo y agua se adivinan, también, todos los recuerdos, el amor ausente, la vida infructuosa, las anhelos sin utilidad y los esfuerzos sin gloria".

 

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