Malvados Roedores, reflexión histórica

He vivido suficiente, tanto en años como en logros., Julio Cesar Emperador Romano

 

Por: MONTSERRAT VARGAS

Actualmente, estoy leyendo el libro Grandes juicios de la historia escrita por el juez José Antonio Vázquez Taín.

Confieso que he aprendido tanto que recomiendo su lectura a cada persona que conozco. En este contexto, mis alumnos ya saben de qué hablo.

Uno de los capítulos que me causó asombro y que hoy me permito compartir en esta columna es la reflexión histórica de cuando los que van a juicio, no son humanos.

En efecto. Por mucho tiempo en la historia, también se desarrollaron procesos judiciales en contra de diversos animales, mismos que han quedado documentados para la reflexión del ser humano.

La historia comienza en el año 1522, cuando en la localidad de Autun, en Francia; una decena de pobladores acudieron ante las autoridades, a presentar formal queja contra un grupo de roedores que se habían comido su cultivo de cebada.

Una vez radicada la denuncia, el alguacil, como máxima autoridad, ordeno una serie de diligencias en las que se recabo indicios suficientes para demostrar la presunta culpabilidad de los roedores.

Para dar inicio al juicio, se designó a personal del juzgado para acudiera al lugar donde vivían los roedores, y procediera a notificarlos para comparecer en audiencia.

Si para este momento, ha parecido un tanto irónico este proceso, aún falta lo mejor.

Como todo ser que ha sido señalado en juicio, es requisito esencial contar con la presencia de un abogado, y la corte de Autun nombro como defensor de los roedores a Bartolome Chassenee.

Llegado el momento de la audiencia, los acusados, es decir los roedores, no se presentaron; por lo que hábilmente el abogado Bartolome Chassenee señalo de manera pública que la notificación había sido errónea, puesto que solo habían comparecido a informar a los roedores delincuentes en un punto de la aldea, y que de manera lógica, los demás roedores no se habían enterado de la notificación, y mucho menos del juicio.

De tal sentido, el juzgado acato el argumento y ordeno que diera lectura a la citación del juicio en todas las parroquias del poblado de Autun, puesto que eran los lugares donde se creía, que habitaban las ratas.

Así pues cuando llego de nuevo el día de comparecer a juicio, no se presentaron los roedores, y el abogado señalo que era muy corto el tiempo entre la lectura de la citación y el juicio; por lo que se debería de considerar el tiempo de traslado, quien adujo de manera pública que existía la posibilidad de que los roedores se encontraran en camino.

Aceptando, el argumento del abogado, el tribunal procedió a conceder otro retraso; y en la siguiente fecha, no se volvieron a presentar los roedores a juicio; el abogado en un esquema de defensa expuso el razonamiento de que los delincuentes, es decir los roedores no se habían presente, por el medio de ser atacados por gatos, puesto no existía ningún medio de protección para ellos.

Este ultimo argumento, no fue presentado, y se dio inicio al juicio, después de todo un desfile probatorio, se determinó la culpabilidad de los roedores, el abogado Bartolome Chassenee, en un sentido de apelación refirió que no era justo castigar a todos los roedores que habitaban en Autun, puesto que ahora existían roedores de tiernos años o enfermos; estos seguramente no cometieron el delito.

Ante esta ultima manifestación, el abogado refirió que se debería de proceder a señalar particularmente que ratón es el que había cometido el delito y quien no; esto produjo que se suspendiera al juicio para llevar a cabo esta acción; y la historia no refiere la culminación de este proceso judicial.

Los juicios contra animales, tuvieron lugar en los siglos IX y XIX, y pese a lo absurdo en que se escucha; los estudiosos del tema, referían que era viable jurídicamente responsabilizar a los animales por los crímenes realizados; sin embargo la evidencia histórica expone que fueron juicios serios, y de ardientes argumentos.

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