
El papa Francisco, quien murió este lunes a los 88 años, dejó el legado de una Iglesia más universal, que representará a todos los rincones del mundo y no solo a Europa, con especial atención a países lejanos, tras el nombramiento del 80 por ciento de los 135 cardenales que formarán parte del cónclave que entrará en la capilla Sixtina para elegir a su sucesor.
Tras su último consistorio, el décimo de su pontificado, el colegio cardenalicio quedó compuesto por 252 purpurados, 135 de ellos menores de 80 años y por tanto electores, con lo que se estableció un nuevo récord, y será el más concurrido de la historia, ya que las normas decretan que sean 120 purpurados.
Pero se trata solo de un indicador aritmético porque los 110 cardenales nombrados por Jorge Mario Bergoglio no constituyen en modo alguno un cuerpo electoral homogéneo ni indican que el próximo pontífice seguirá siendo reformista.
Lo que sí muestran es una Iglesia con una mayor representación de países que hasta ahora no entraban en la Sixtina, como Mongolia, Lesoto, Albania, Timor Oriental, Tonga, Irán y Argelia.
Habrá 24 cardenales latinoamericanos posibles electores, aún lejos de los 55 europeos, pero aunque los italianos siguen siendo el grupo más numeroso de un futuro cónclave, su peso relativo ha disminuido con el paso de los años: eran 28 sobre los 115 que en 2013 eligieron a Jorge Bergoglio y hoy serían 18 sobre 141.
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