Lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales. Haruki Murakami
Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
A quien se le hace “bolas el engrudo” es a la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Todos los días sufre: si no es por los baches, son las lluvias e inundaciones, el Metro y sus fallas, las ejecuciones, el cobro de piso… y lo que se acumule en los próximos días.
Sin lugar a dudas, una marca de su administración fue la terrible explosión de la pipa de gas en el puente de La Concordia, una tragedia por los fallecidos, los quemados y todo lo que eso representa para las familias que hoy están rotas. Hay dolor e impotencia por haber estado en el lugar incorrecto.
Brugada ya había metido la pata con la creación de un comité de apoyo solidario para las víctimas del Puente de la Concordia, al pedir donaciones y apoyos. Las críticas se desataron por pagar 22 millones de pesos al cantante Residente y, al mismo tiempo, solicitar donaciones para los afectados. Tuvo que recular, no sin antes culpar a los medios de comunicación.

En la Ciudad de las libertades, la transparencia y la rendición de cuentas, resulta que la información sobre lo sucedido en La Concordia será reservada por tres años: videos de cámaras de seguridad, peritajes y declaraciones se irán al archivo y bajo llave. El argumento: proteger a las víctimas. Y está bien, es un procedimiento común, pero valdría la pena que la opinión pública supiera qué pasó realmente.
Guardando toda proporción, ¿no se quejaban antes de la falta de transparencia en casos como el de la Guardería ABC o el Casino Royale? Vamos para un mes de lo sucedido y se avecina una nueva conferencia de prensa con la fiscal. Veremos qué presentan.
Por cierto, familiares de las víctimas denuncian no haber recibido todos los apoyos prometidos por Clara Brugada ni los seguros. La tragedia continúa…
Sin recato
A quien de plano se le terminó aquello de guardar las apariencias es al senador Gerardo Fernández Noroña. Hay que reconocer que fue obediente y se contuvo mientras López Obrador fue presidente; el mandato de la austeridad era requisito. Pero se fue, y le han dado rienda suelta a sus lujos.
Ahí quedan los llamados de la presidenta Claudia Sheinbaum para que se moderen y vivan en la justa medianía. Noroña no le ha hecho caso; ahora hasta viaja en taxi privado. Con soberbia y altanería sigue faltando al principio de que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. No le caería nada mal predicar con el ejemplo. En Palacio se cansan de las preguntas y del comportamiento del senador.
Incluso ha dicho que no tiene ninguna obligación de transparentar nada. ¿Y la obligación moral que tanto pregonaba?
Entre palabras
Desmintió Claudia Sheinbaum al ridículo youtubero del moñito, todo por su foto generada con inteligencia artificial junto a López Obrador, con la que engañó en redes sociales haciendo creer que le había entregado su tesis en “La Chingada”.
Ante Sheinbaum, el personaje pasó aceite, nervioso. Así son desde lo más básico: unos engañadores, criaturas de Ramírez Cuevas.
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Hasta la próxima.
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