
Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta. Albert Camus
Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Los fenómenos naturales terminan por desnudar a los malos gobiernos, la falta de reacción y empatía en momentos en que más se necesitan. Ahí están los ejemplos de los terremotos de 1985, con un Miguel de la Madrid paralizado, que tardó días en reaccionar. Luego se repitió la historia con Enrique Peña Nieto en 2017. La historia da cuenta de varios ejemplos, como otras inundaciones y huracanes. Si bien la naturaleza golpea despiadadamente, de lo que se trata es de anticipar, prever y minimizar los daños, sobre todo la pérdida de vidas.
La pandemia por el SARS-CoV-2 exhibió a López Obrador y a su gabinete de salud, aquellos que juraron que no había grandes pérdidas, los que se burlaron del cubrebocas y se atrevieron a decir que la fuerza del presidente no era de contagio, sino moral. Aquello simplemente no les funcionó. Los números oficiales hablan de 334 mil fallecidos, pero también existen cifras de muertes en exceso que comprenden ese periodo.

Qué decir del desorden del INSABI, que sustituyó al Seguro Popular y luego fue desechado porque no les dio los resultados que esperaban. También quedan para el análisis los llamados de atención internacionales, la falta de insumos y medicamentos. Aquello se volvió la tormenta perfecta en el momento menos apropiado: por un lado, la falta de pericia del gobierno para manejar la situación y sus mensajes erróneos; por el otro, la falta de responsabilidad de una parte de la ciudadanía que, en muchos casos, no asumió su deber.
Ahora mismo, Puebla, Hidalgo, Querétaro y, sobre todo, Veracruz viven una tragedia. No solamente es el dolor por perder los bienes materiales; son los muertos y las afectaciones con las que tendrán que vivir, porque no desaparecerán cuando baje el nivel del agua. Hay familias rotas, estudiantes fallecidos y desaparecidos. De nuevo, hay fenómenos que se pueden anticipar, y esa es tarea de los gobiernos y de sus áreas de Protección Civil, no solo del federal, sino de los tres niveles de gobierno.
Esta contingencia pone a prueba incluso las finanzas de los estados y de la federación. Veremos qué tanto afecta no tener aquello que era el FONDEN y cuya desaparición desató tantas críticas por parte de la oposición. Cierto, también servía para que muchas de esas lacras se hicieran de dinero que no llegaba a los damnificados. La presidenta Claudia Sheinbaum ha solicitado que todos los que deseen donar algo lo hagan a través del gobierno, para que sean las Fuerzas Armadas quienes lo distribuyan donde más se necesita. De nuevo, la controversia surge, sobre todo por los escándalos de corrupción que no se erradicaron en el sexenio pasado, solo cambiaron de rostro.
Hay que reconocer que Claudia Sheinbaum acudió a las zonas afectadas, se mojó los zapatos, cosa que no hizo su antecesor, quien solo se dedicaba a mirar desde un helicóptero. Eso sí, como lo hacían los de antes, acudió rodeada de cámaras, funcionarios y militares. Llegó a prometer apoyos y a garantizar que “no se dejará sola a la gente”. Veremos qué sucede con el paso de las semanas, porque luego aquellas promesas se disuelven como el lodo que arrastra la corriente.
Los gobiernos están puestos a prueba. Es precisamente ahora cuando deben levantar la mano y responder a los gobernados. Están obligados… pero mejor ahí la dejamos.
Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.Hasta la próxima.
Más historias
Visitantes exigentes y autoridades frágiles ante la migración en México
Modernización y combate; las promesas de la Ley Aduanera
¡Puras porras para Clara Brugada