Cochinero: CDMX sumergida en crisis…

En el fondo, pienso que nunca he elegido

 nada por mí mismo, que todo me ha venido dado,

que simplemente he interpretado los papeles

 que me han caído en las manos.

Haruki Murakami

Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Aquí se lo he dicho: la Ciudad de México está sumida en una crisis. Varios frentes están descontrolados y las mafias hacen lo que se les da la gana, porque Clara Brugada no tiene mano firme. No se siente la presencia de la jefa de Gobierno, que se ve pequeña ante los problemas. Que conste, no se trata de usar la violencia ni de reprimir a los manifestantes, sino de poner orden, de hacer cumplir la ley y los reglamentos, de mandar el mensaje claro de que quien no los respete será sancionado.

Es una verdadera pena caminar por la Alameda Central, un lugar histórico en el que se han invertido millones de pesos para su conservación y remodelación, lleno de monumentos y vida. Desde ahí se observa la avenida Juárez con sus hoteles, restaurantes, cafés, oficinas y grandes almacenes, una postal que en otro tiempo se asemejaba a las grandes ciudades cosmopolitas.

Entre el Eje Central Lázaro Cárdenas y las zonas antes mencionadas se yergue majestuoso el Palacio de Bellas Artes, una joya arquitectónica única: “Art Nouveau” en su exterior y “Art Déco” en su interior. Fue mandado construir por el general Porfirio Díaz para celebrar el centenario de la Independencia. Lo quiso afrancesado, elitista, digno de la buena música y del asombro de todos. Y vaya que lo logra: basta situarse en su vestíbulo o en alguna de sus galerías, frente al telón de cristal opalino diseñado por Adamo Boari, que reproduce la vista del gran Valle de México.

Hoy, esa zona está tomada por vendedores ambulantes. Desde la llegada de Clara Brugada al gobierno capitalino, su número se ha incrementado. Ahí se vende comida que se calienta con tanques de gas, tinajas con elotes hirviendo en estrechos pasillos, mientras las organizaciones formales reclaman la competencia desleal. Se ofrece contrabando y mercancía de baja calidad sin pagar impuestos, mientras los comerciantes establecidos cumplen con la ley y apenas logran mantener sus negocios a flote.

El ambulantaje también ha convertido el lugar en terreno fértil para la extorsión y el robo: carteristas, roba celulares y hasta boleros que sorprenden al transeúnte y luego le quieren cobrar 200 pesos por zapato, cuando la boleada cuesta máximo 35 en los puestos establecidos. No muestran precios, y un elote con chile y mayonesa que debería costar 50 o 60 pesos termina en 150, sobre todo si el cliente es turista.

Y no es todo. Miles de personas permanecen en la zona sin servicios sanitarios, lo que provoca olores insoportables y un deterioro evidente. Los policías van y vienen, pero según los propios vendedores, basta con una “mordida” para que todo siga igual. Así opera la ciudad gobernada por Morena, porque eso le corresponde al gobierno de Brugada.

Es cierto que el tema puede ser discutible: hay pobreza, falta de empleo formal y esfuerzo genuino por sobrevivir a la intemperie. Pero también existen las “cajas chicas” de líderes, la complicidad de autoridades y la utilización política de esa gente en tiempos electorales. Por otro lado, se estima que más de 15 millones de personas visitan cada año el Centro Histórico, una cifra que exige seguridad, limpieza, estética y orden.

¿Quién gobierna la ciudad? ¿La autoridad electa o los grupos que se adueñaron de las calles? Porque en el corazón de la capital, donde debería imponerse el orden, manda la informalidad. Y eso, más que un descuido, es una política… pero mejor ahí la dejamos.

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.

Hasta la próxima.

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