¡Aplausómetro! para un gobierno populista…

Siempre es mejor que la gente hable cara a cara,

con el corazón en la mano.

De lo contrario acaban surgiendo malentendidos

Haruki Murakami

Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Si algo caracteriza a los gobiernos populistas es esa supuesta cercanía con sus gobernados, la victimización y temas como la felicidad, siempre encabezados por el caudillo que, dicho sea de paso, suele tener tintes mesiánicos, como los del propio López Obrador, a quien solo le faltó caminar sobre el agua; aunque eso sí, el plumaje del ganso quedó más que manchado.

Ante tantas pifias durante su sexenio, cansado de la crítica y consciente de la magnitud de lo que heredaría, pero sobre todo para mostrar su poder y dejar claro que sería él quien impondría a su sucesor, necesitaba mandar un mensaje tanto a los suyos como a los opositores. Por eso, en noviembre de 2022 se lanzó a la calle.

Fue un recorrido del Ángel de la Independencia hacia avenida Juárez, luego Madero y finalmente el Zócalo, donde pronunció un discurso. La fotografía rodeado de miles se convirtió en un ícono; esa imagen fue portada de su libro. El mensaje se envió justo cuando la protesta pública iba en aumento. Les dio una muestra de cómo lo hacía el personaje que mejor manejaba a las masas. Claro, hay que hablar como parte de ese “éxito” del acarreo y de los programas sociales; además, los contrarios pocas veces o nunca habían usado la protesta callejera.

Claro que eso iba por una vía: lo electoral, y construir arteramente la narrativa de que todo iba bien. Pero arrastraban el problema de la mala estrategia para enfrentar el COVID y los muertos que dejó, el desabasto de medicamentos, la inseguridad, la corrupción y el avance —como nunca— del crimen organizado. Según sus encuestas, todo marchaba bien; pero la realidad era otra. Ahí está la herencia que le dejó a Claudia Sheinbaum y que hoy se sigue pagando. Llenar plazas y mantener popularidad no lo convirtieron en buen mandatario; hoy se encuentra entre los peores.

Ante la marcha de la generación Z, que tanto han querido minimizar pero que les ha dado muchos dolores de cabeza e incomodidad, los seguidores de Claudia y de la 4T ya hacen un llamado para hacer lo propio. Van a buscar que sean los más jóvenes quienes encabecen la movilización, para mostrar que ellos también “traen” y convencer a las juventudes.

Incluso le han pedido a la propia presidenta que sea ella quien encabece la manifestación, que no quede duda de que hay apoyo y que son más los conformes que los inconformes, que ninguna campaña extranjera la va a derrocar y menos los gritos de protesta; eso lo dijo ella. Así que no se descarta que el 6 de diciembre salgan como lo hizo López, aunque para ella es muy temprano y estaría quemando su capital político demasiado rápido. Cómo estará la cosa que hay comparaciones con lo sucedido en 1968 en Tlatelolco, claro que es una comparativa fuera de la realidad, pero que les lastima claramente a quienes se dicen hijos de los movimientos sociales.

Aunque quieran minimizar los resultados, ahí están las reacciones y la construcción de una parte de la opinión pública que los tacha de intolerantes y represores; las declaraciones de altos funcionarios de EU —incluido Donald Trump—, las portadas y los análisis en medios internacionales. Quizá eso los orille a buscar la calle para mandar, de nuevo, el mensaje de que todo va bien.

Me dicen en Palacio Nacional que hay preocupación por lo sucedido. Es la peor crisis en el gobierno de Claudia Sheinbaum y no encuentran por dónde salir. Aunque le van a llenar la plaza y ya trabajan sus propagandistas, ella no es el Pejelagarto y va perdiendo gas. De nuevo: mover a las masas no te hará, de facto, un buen gobernante ni terminará con los problemas; solo sirve para ver a quién le aplauden más… Pero mejor ahí la dejamos.

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram @arturosuarez_.Hasta la próxima.

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