PERIODISMO CON SENTIDO

¡Siempre dialogar!; todos los días se vive un campo de batalla: una guerra de declaraciones

Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado

y cuáles me han sucedido. Mis afectos se reparten

entre fantasmas de la imaginación y personajes reales

Gustavo Adolfo Bécquer

Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Los tiempos de la política mexicana han cambiado, por lo menos desde que llegó la 4T en 2018. Todos los días se vive un campo de batalla: una guerra de declaraciones y confrontación con los opositores, aunque en ocasiones sean quienes gobiernan los que buscan el choque como estrategia para desviar la atención de los temas que les incomodan. En eso, López Obrador y Sheinbaum —principalmente el primero— son expertos en crear cortinas de humo.

Aunque se dicen demócratas, llevan siete años polarizando desde Palacio Nacional. No les gusta que los critiquen y menos que los desmientan con datos. Cabe recordar que las verdaderas democracias no se sostienen con gritos, descalificaciones, ocurrencias ni decretos para aparentar que todo va bien. En una democracia debe existir diálogo y disposición a someterse al escrutinio público; al final, si las cosas se hacen bien, nada se debe temer… eso también sale del discurso oficial, aunque no lo practiquen.

Hace unos días, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fundador del PRD y candidato a la Presidencia en tres ocasiones, impulsor del Pejelagarto, pero posteriormente crítico de su gobierno, urgió a la administración de Sheinbaum Pardo a no cerrarse y abrir el diálogo con sus críticos. Considera que sus diferencias y fuertes señalamientos plantean inquietudes y solicitudes válidas, que deben discutirse, aunque no sean del agrado del gobierno.

En el marco de la presentación del compendio de ensayos coordinado por Porfirio Muñoz Ledo y Tatiana Alcázar, titulado Camino a la nueva República, Cárdenas enfatizó la necesidad de “sentarse con quien tengamos diferencias”, de no limitarse a escuchar solo a quienes están de acuerdo, porque eso impide encontrar soluciones. La falta de diálogo, dijo, obstaculiza la discusión efectiva de los problemas nacionales.

Ahora que se recuerda a Porfirio Muñoz Ledo, vale traer a cuenta que también se los dijo, quizá no de las mejores maneras —como era él—, pero vaya que le dolió a López Obrador. A final de cuentas, fue Muñoz Ledo quien le colocó la banda presidencial el 1 de diciembre de 2018, para después ser marginado por los morenistas embriagados de poder y soberbia. Queda ahí la advertencia que hizo en 2023, cuando señaló que veía un “narcoestado” y anticipó los problemas con Estados Unidos que hoy enfrenta el país.

Así que el diálogo no es una cortesía que otorgan quienes gobiernan. Y ya que a los de la 4T les gusta tanto hablar de superioridad moral, eso mismo debería obligarlos a sentarse sin cortapisas ni amenazas, como las que ha lanzado Rosa Icela Rodríguez a los transportistas o a los productores del campo. Les convendría escuchar a su verdadero líder moral, no al tabasqueño, sino al michoacano: el ingeniero Cárdenas. También deberían revisar el legado de Heberto Castillo y de Porfirio Muñoz Ledo; se llevarían gratas sorpresas sobre la tolerancia y la idea de que el país es de todos, no solo de un grupo.

Por cierto, eso también evidencia la falta de ideólogos reales dentro de la 4T, y no solo de aquellos que idolatran dictadores… Pero mejor ahí lo dejamos.

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.Hasta la próxima.

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