
CDMX.- Con 168 años de creación en México, la profesión de médico veterinario zootecnista va más allá del cuidado y atención de las mascotas. En la actualidad su trabajo adquiere relevancia en la prevención de enfermedades transmisibles de animales a humanos, como la pandemia que se vive.
Este tipo de emergencias sanitarias no se pueden evitar, pero sí disminuir sus riesgos, afirma Francisco Monroy López, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.
Los médicos veterinarios realizan acciones en su campo que se relacionan con la salud de los animales de producción, la fauna silvestre, incluso con la salud pública; se estima que de 60 a 75 por ciento de las enfermedades que aquejan a los seres humanos provienen de los animales, y la cifra va en crecimiento, explica el universitario.
Implementan sistemas de reducción de riesgos de contaminación, a fin de que alimentos como leche, huevo, carne o mariscos lleguen a los consumidores libres de contaminantes y no les causen daño; también, acciones preventivas como vacunación y desparasitación para eliminar agentes que pueden transmitirse a las personas.
Monroy López comenta que cada vez se registran más enfermedades humanas que inician a partir del contacto con alguna especie, “como la pandemia que nos tiene en jaque en todo el mundo”.
La lista de padecimientos conocidos como zoonóticos, es decir, transmisibles y comunes a los humanos y animales, es larga y ahí se incluyen algunos como influenza, cólera, tuberculosis, brucelosis, salmonelosis y otras enfermedades parasitarias.
Además, prácticamente todas las que tienen un potencial uso en bioterrorismo: ántrax, listeriosis, tétanos, botulismo, etcétera; y otras bacterianas y virales más recientes como la enfermedad de Lyme, zika y chikungunya, por mencionar algunas.
El experto destaca que una pandemia como la actual ocurre porque la humanidad consume alimentos cuestionables. Comemos de todo y como sea, incluso animales vivos. En los llamados mercados húmedos -como el de Wuhan, China-, que también existen en México, el consumo es de alto riesgo; no sólo se venden los animales, sino que ahí se les mata, prepara y consume.
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