¡La aceptación tardía!; la ciudadanía que acude a surtir sus recetas sigue saliendo con el medicamento incompleto

Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad la prensa nunca será otra cosa que mala. Albert Camus

Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

A principios de agosto, la organización “Nariz Roja” hizo un llamado para marchar en diferentes ciudades del país. El tema era la falta de medicamentos en los centros de salud. Las manifestaciones fueron multitudinarias —en unas ciudades más que en otras— pero con una exigencia justa. La respuesta desde Palacio Nacional, igual que en el sexenio pasado, fue la descalificación como táctica contra quienes convocaron. Sin embargo, no les quedó más remedio que reconocer el grave problema.

Durante la primera mitad de la administración de López Obrador tuvo la cuartada perfecta para desviar la atención del desabasto. Por un lado, nadie podía estar en desacuerdo con el combate a las farmacéuticas voraces que acaparaban contratos y mercado. Aunque las acusaron de corrupción, no hubo ningún detenido ni proceso legal. Por el otro, se nos vino la pandemia, que agarró mal parado al mundo entero y desnudó las carencias arrastradas por décadas. López Obrador la calificó de “anillo al dedo”, el perfecto justificante: cualquier cosa fue culpa del maldito Covid-19.

Aunque el tabasqueño empeñó su palabra en varias ocasiones, se aventó la puntada de una “mega farmacia” que resultó un fracaso, pues apenas surtía unas cuantas recetas. Así, la escasez de fármacos, tratamientos e insumos se convirtió en una herencia maldita para Claudia Sheinbaum: deudas con fabricantes y un sistema quebrado. De una u otra forma, el primer piso de la 4T le había fallado a la gente. AMLO se fue del poder con su palabra devaluada. Dicho por él mismo, tendría que llamarse de otra forma.

De acuerdo con el informe emitido por el colectivo Cero Desabasto al menos hasta 2024, entre los medicamentos que no se habrían surtido se encuentra: Amlodipino, Liraglutida, Desmopresina, Insulina humana de acción intermedia NPH, Levetiracetam y Atorvastatina, Celecoxib por mencionar solo algunas de la lista, derechohabientes del IMSS en CDMX han reportado que el Ácido Risedrónico también es uno de los fármacos sin surtirse en las instituciones de salud mencionadas.

La estrategia de comunicación del oficialismo pasó de la soberbia —aquello de la campaña para descarrilar el buen gobierno— a la contradicción. Sheinbaum dio el banderazo de salida a las “Caravanas del Bienestar”: con esas camionetitas se garantizaría que los medicamentos llegarían a todos los rincones del país, “como hacen las papitas y los refrescos”, diría el Pejelagarto.

Las denuncias por la falta de medicinas continuaron, y no les quedó de otra más que el subsecretario de Salud, Eduardo Clark, aceptara y expusiera una lista de 34 empresas que habrían incumplido con la entrega pese a haber sido contratadas cuatro meses atrás. Incluso se filtró un audio en el que el funcionario lanza un ultimátum: o cumplen, o se les rescindirán los contratos.

La respuesta de los laboratorios se dio en los medios de comunicación. Por lo menos cinco de los señalados salieron a dar entrevistas y a exponer que el gobierno tiene adeudos desde 2019. La federación debería algo así como 40 mil millones de pesos. Además, pidieron resolver los problemas logísticos y administrativos que han dificultado la entrega puntual de medicamentos en los distintos centros de distribución del país.

Mientras tanto, la ciudadanía que acude a surtir sus recetas sigue saliendo con el surtido incompleto, lo que va en detrimento de la salud. Y claro, hay casos más graves que comprometen incluso la vida. Se acabó el discurso del complot, lo que queda es la realidad: hay fallas en lo más básico y estamos lejos del objetivo de garantizar la salud. Mejor ahí la dejamos…

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Hasta la próxima.

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