¿La fiesta brava es verdaderamente un arte?

  • ¿La fiesta brava es verdaderamente un arte?
  • Respeto a los toros, pero también a los toreros.
  • Una empresa que genera muchos empleos.

Por: Olga León Téllez

Con todo respeto, ahora quiero abordar un tema que regularmente genera polémica: las corridas de toros.

¿Forman parte de nuestras tradiciones o de nuestra idiosincrasia?

Popularmente son un espectáculo de elite, de glamur, de expertos conocedores, de arte, valentía y cultura, pero para otra parte de la sociedad significa crueldad, maltrato animal y hasta sadismo.

Es un tema muy complicado, por eso solicito la opinión de los conocedores, porque mi acercamiento a la fiesta brava fue por cuestiones laborales y ahí conocí poquito, bueno hasta me agrada la actuación de los rejoneadores.

Sé que existen grandes y prestigiadas ganaderías. Ahí nacen y crecen los toros de lidia, encausados solamente para la fiesta brava y la reproducción, no tienen otro objetivo.

Para lo anterior, los ganaderos emplean a muchas personas, es toda una empresa que se liga a la alimentación y cuidado, venta de diversos productos, a la realización de eventos que involucran cronistas, jueces, música, vendedores ambulantes, y obviamente a la proyección de los maestros que eligen la tauromaquia para trascender.

Desde siempre ha habido movimientos y protestas en torno a esta polémica práctica, pero recientemente el Congreso de Hidalgo presentó una iniciativa para prohibir, como en la Ciudad de México, las corridas de todos.

Uno de los argumentos con mayor fundamento es el maltrato animal, patentizados por activistas y organizaciones civiles, que califican esta propuesta como un interesante avance en torno a la protección animal, imponiendo así su criterio, que tampoco significa el sentir universal.

La mayoría califica a la denominada fiesta brava como brutal, sanguinaria y de extrema tortura, sobre todo por el uso de armas que utilizan los toreros y banderilleros y tiñen de rojo las plazas de toros.

(Este episodio creo personalmente es lo más cuestionable, dramático e impermisible).

Pues bien, personalmente creo es cuestión de respeto, y si a alguien no le gusta, pues que no acuda, así como sucede con otras actividades agresivas, como las peleas de gallos, por citar algunas.

Sin embargo. Sólo es nuestro punto de vista, porque la decisión final la tomarán las autoridades correspondientes.

Por su parte los amantes a la tauromaquia defienden su pasión e impugnarán la iniciativa mientras no sea definitiva.

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