
Por: MARCO CHÁVEZ
Con bombo, platillo y mucha indignación, el PAN exigió una “investigación integral, cero encubrimiento y sanciones ejemplares” tras la captura de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, presuntamente vinculado con el crimen organizado.
Porque claro, si alguien sabe de seguridad, es un partido que en sus gobiernos tuvo a Genaro García Luna como zar antidrogas y ahora… como huésped del sistema penitenciario estadounidense.
En conferencia conjunta, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN y sus grupos parlamentarios en ambas cámaras pidieron que se investigue no sólo al exfuncionario tabasqueño, sino “a toda la cadena de mando”, incluidos, dijeron, el expresidente Andrés Manuel López Obrador y el exgobernador Adán Augusto López.
¿Exigencia legítima o jugada de oportunismo político? Eso ya es otra carpeta de investigación.
“Se tiene que saber quién sabía, quién permitió y quién se benefició”, exigieron, con tono solemne, como si no tuvieran décadas de experiencia en gobiernos donde nadie supo nada… hasta que fue demasiado tarde.
Aunque reconocieron la detención, dejaron claro que no basta con capturar a “una sola persona” —y tienen razón—, pero no mencionaron si están dispuestos a aplicar el mismo estándar en entidades gobernadas por su partido, ni si revisarán expedientes incómodos de su propio pasado.
La joya del comunicado fue su llamado a “no permitir pactos políticos ni salidas negociadas”, en referencia a la presunta protección que habría recibido Bermúdez Requena.
Lástima que no se escuchó esa firmeza cuando, por ejemplo, ciertos personajes panistas firmaban pactos de impunidad en lo oscurito o ignoraban recomendaciones de organismos internacionales.
Eso sí, esta vez prometieron estar del lado de la legalidad, de la seguridad y de las familias mexicanas. Un nuevo compromiso… que suena exactamente igual que todos los anteriores.
La pregunta ahora es:
¿Será que esta vez sí limpiarán la casa, o solo están moviendo los muebles para que se vea más ordenado desde fuera?
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