
¿Qué son los antibióticos?
Los antibióticos o antibacterianos son compuestos químicos que poseen la capacidad de matar o impedir el crecimiento y la reproducción de otros microorganismos sensibles.
Son empleados por la medicina en el tratamiento de infecciones de origen bacteriano.
Algunos de ellos, como la penicilina (el primer antibiótico conocido), es producido naturalmente por ciertos microorganismos. A partir de su descubrimiento, el ser humano aprendió a desarrollarlos sintéticamente.
Su acción sobre las bacterias es específica, es decir que son útiles para atacar sólo determinadas bacterias. Por eso, ningún antibiótico es útil contra todas las infecciones. Sin embargo, algunos son de amplio espectro, es decir, útiles contra un variado número de cepas bacterianas.
La aparición de los antibióticos revolucionó la medicina moderna. Junto a los métodos de higienización, es uno de los factores que permitieron el alargamiento de la vida humana y la cura de numerosas enfermedades.
Origen de los antibióticos
Se atribuye la invención de la penicilina al británico Alexander Fleming.
Se sabe que en la antigüedad China y Egipcia hubo distintos tratamientos antibióticos.
Algunos implicaban la aplicación de cuajada mohosa de soja en las heridas, o ciertas plantas que surtían un efecto antibiótico.
Sin embargo, no se sabía de la existencia de las bacterias ni de las razones por las que estos tratamientos eran efectivos.
El primer antibiótico como tal fue descubierto en 1897, y se trató de la penicilina, derivada del moho penicilium. Fue obra del francés Ernest Duchesne, aunque sus trabajos no llamaron la atención de la comunidad científica en su momento.
En su lugar, se atribuye la invención de la penicilina al británico Alexander Fleming, quien en 1928 cultivaba la bacteria Staphylococcus aureus en su laboratorio. Por error, uno de sus platos de agar fue contaminado con un hongo, pero descubrió que por eso las bacterias morían.
Tras estudiar el caso logró aislar el antibiótico, que provenía del mismo hongo descubierto por Duchesne. Fleming patentó esta sustancia como penicilina.
Historia de los antibióticos
La arsfenamina fue inventada por Paul Ehrlich en 1909.
Aunque hubo numerosos antecesores al tratamiento antibiótico en la medicina de la antigüedad, sólo a partir del siglo XX se tuvo consciencia de la existencia de sustancias antibióticas. Así fue posible aislarlas reproducirlas.
Antes del descubrimiento de la penicilina, se disponía de un fármaco antibiótico llamado arsfenamina, Salvarsán o compuesto 606. Fue inventado por el bacteriólogo alemán Paul Ehrlich en 1909.
Era un antibiótico de corto espectro derivado del arsénico, que se empleó largamente en el tratamiento de la sífilis y de la tripanosomiasis africana. La penicilina lo desplazó en el tratamiento de esas enfermedades y también otras como la tuberculosis.
La cura de múltiples enfermedades que antes resultaban mortales alargó la expectativa de vida humana muy rápidamente. Además, fue central para la recuperación de soldados heridos en combate durante la Segunda Guerra Mundial.
A partir de 1943 la producción de antibióticos se hizo moneda corriente en la sociedad. Desde entonces se han inventado cuatro generaciones de antibióticos, en su mayoría de origen sintético, comercializados para el combate contra numerosas enfermedades bacterianas.
Tipos de antibióticos
Existen numerosas formas de clasificar los antibióticos, atendiendo a su composición bioquímica y a otros criterios complejos. La más simple de las clasificaciones responde a la relación entre su actividad bactericida y la concentración del fármaco en el cuerpo.
Según ese criterio, podemos hablar de tres tipos de antibióticos:
- Aquellos cuya acción poco o nada tiene que ver con la concentración, como los betalactámicos y glucopéptidos.
- Aquellos cuya acción depende en gran medida de la concentración, como los aminoglucósidos y las fluoroquinolonas.
- Aquellos cuya acción es bacteriostática: no mata las bacterias, sino que impide su reproducción y estas mueren de viejas sin dejar descendencia, como los macrólidos, tetraciclinas y cloranfenicol.
También es posible clasificar los antibióticos en base a su generación. Así, los de 1era generación son los de uso más común y corriente. En el otro extremo, los de 4ta están reservados para casos extremos o bacterias resistentes a todo el resto.
¿Cómo funcionan los antibióticos?
La mayoría de los antibióticos destruyen la pared celular de las bacterias.
No todos los antibióticos funcionan de la misma manera. En su mayoría operan sobre estructuras celulares que no existen en las células de los mamíferos, y por eso no dañan en gran medida a las células del paciente. Podemos hablar entonces de distintos mecanismos:
- Sobre la pared celular. La mayoría de los antibióticos interfieren en la construcción bioquímica de la pared celular de las células bacterianas. Dicha pared se encuentra por fuera de la membrana plasmática, les sirve de soporte y protección, siendo clave en la reproducción celular. Al entorpecer el funcionamiento de dicha pared, las bacterias mueren al explotar debido a su presión interna, o durante las fases reproductivas, dado que sus enlaces de peptidoglicano se vuelven ineficientes.
- Sobre la membrana celular. Otros antibióticos lesionan la formación de la membrana celular de las bacterias y de ciertos hongos, disolviendo los lípidos necesarios para su funcionamiento.
- Sobre el ADN y ARN. Se trata de antibióticos que operan de modo similar a las quimioterapias, destruyendo el ADN y ARN bacteriano para malograr su capacidad de reproducirse y de sintetizar proteínas. Así, las bacterias ven entorpecido su funcionamiento genético y crean copias imperfectas que mueren rápidamente o no llegan siquiera a existir.
- Sobre los ribosomas. Los ribosomas son los organelos de la célula encargados de la síntesis de proteínas, a partir del ARNr (ribosómico). Estos antibióticos interfieren con el funcionamiento de estos organelos en las bacterias, ocasionando que no puedan sintetizar correctamente las proteínas necesarias para crecer o reproducirse.
¿Por qué son importantes los antibióticos?
Los antibióticos son vitales para la sociedad contemporánea: son los fármacos que nos permiten combatir a la mayoría de las infecciones a lo largo de nuestras vidas (excepto las virales). Así, garantizan ciertos criterios de esterilidad indispensables para mantener la higiene en casas, hospitales y otros ámbitos.
En la actualidad los antibióticos forman parte de los mecanismos usados en la veterinaria, ganadería, la agricultura, la medicina, la industria alimenticia y un enorme etcétera.
¿Tienen efectos adversos?
Los tratamientos con antibióticos suelen ser intensos pero de tiempo limitado.
Los antibióticos no son inocuos para nuestro cuerpo. Su consumo perjudica no sólo a las bacterias sensibles, sino a las propias células del cuerpo que también lo sean. Por ejemplo, en el intestino existen bacterias simbióticas que usamos para digerir la comida. Las mismas se ven perjudicadas por los antibióticos.
Los tratamientos, por ello, son intensos y durante un tiempo limitado. Su acción es semejante a un bombardeo químico. Es posible, así, que un tratamiento con antibióticos, sobre todo los más potentes, nos cause síntomas secundarios, como náuseas, diarreas, malestares generales, dolores, etc.
El uso excesivo y recurrente de antibióticos provoca el riesgo de causarnos daño renal irreversible. Por eso es imprescindible que los antibióticos sean siempre indicados por un médico.
Resistencia a los antibióticos
Por eficaces que los antibióticos sean, su uso extendido e indiscriminado le ha ido confiriendo a las bacterias ciertos mecanismos de resistencia. Esto se debe a que las bacterias son organismos vivientes que también se esfuerzan por perdurar en el tiempo.
El resultado es que algunas cepas pueden inactivar mediante distintos procedimientos a las principales sustancias antibióticas. Así es como las infecciones se vuelven más difíciles de tratar, e incluso algunos antibióticos se vuelven ineficaces, especialmente los de amplio espectro.
Por ello se reservan los antibióticos más potentes, los de 4ta generación, para los casos de resistencia bacteriana y de infecciones graves. De otro modo podríamos perder nuestra arma principal en la guerra contra las bacterias.
Uso apropiado de antibióticos
Los antibióticos deben usarse bajo estricta revisión médica.
Una vez comprendidos los riesgos del uso indiscriminado de los antibióticos, se pueden comprender las dinámicas adecuadas para su utilización:
- Los antibióticos deben usarse bajo estricta supervisión médica, para tratar infecciones de origen bacteriano. Son totalmente inútiles contra virus, protozoarios y hongos. Tampoco deben usarse contra alergias.
- Los antibióticos deben tomarse durante un período de tiempo determinado, respetando la periodicidad de cada toma. Tomarlos durante demasiado tiempo o muy espaciadamente los hará ineficaces y les permitirá a las bacterias acostumbrarse al compuesto y generar resistencia.
- La toma de los antibióticos no debe interrumpirse apenas se perciban los primeros síntomas de mejoría (de 3 a 5 días de iniciado el tratamiento) sino que debe completarse el tratamiento a rajatabla.
- Algunos antibióticos interfieren con la efectividad de las pastillas anticonceptivas (sólo la rifampicilina y rifabutina). El consumo de alcohol y de otros diuréticos suele disminuir la efectividad del tratamiento antibiótico, ya que el fármaco es expulsado del cuerpo antes de tiempo.
Nomenclatura de los antibiótocos
Al ser compuestos químicos complejos, no existe una norma específica para nombrar los antibióticos según las normas IUPAC. Sin embargo, sus nombres suelen culminar en –ina (penicilina, amoxicilina, neomicina, cefalosporina, etc.).
En el caso específico de los derivados de la penicilina, se les conoce a todos con ese mismo nombre: penicilina-G, penicilina-X, penicilina-V, etc.
Ejemplos de antibióticos
La amoxicilina ataca a bacterias gram-positivas y gram-negativas.
Algunos antibióticos de uso común son los siguientes:
- Estreptomicina. El primer antibiótico aminoglucósido descubierto, fue de especial valía contra la tuberculosis. Tiene un espectro de uso muy específico.
- Amoxicilina. Derivado de la penicilina, es un antibiótico de amplio espectro, contra bacterias gram-positivas y gram-negativas, tanto en pacientes humanos como veterinarios.
- Cefadroxilo. De la familia de las cefalosporinas y de la primera generación, es un antibiótico de amplio espectro, útil para infecciones como la faringitis, amigdalitis, infecciones urinarias, del hígado o la piel, entre otras.
- Vancomicina. Un antibiótico glucopéptido sintetizado por las bacterias gram-positivas Nocardia orientalis y útil contra infecciones de bacterias gram-positivas, no así contra gran-negativas.
- Azitromicina. Antibiótico de amplio espectro del grupo de los macrólidos, muy útil contra infecciones genitales, anaerobios, gram-positivos y gram-negativos.
Fuente: https://www.caracteristicas.co/antibioticos/#ixzz6qdFbhc8e
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