Por: Antonio Amaya Vidal

El feminismo es un movimiento político, social y filosófico radical que afirma a las mujeres como personas con derechos.

Este movimiento se origina a la par con las luchas revolucionarias y libertarias, especialmente, con los ideales emancipatorios de la revolución francesa del siglo XVIII y XIX. 

Las mujeres inician la lucha por el reconocimiento al voto y a sus derechos laborales.

En México, es en la década de 1960 que el movimiento feminista cobra su esplendor, especialmente entre las mujeres educadas de clase media. Las primeras feministas en México en su mayoría fueron educadoras, quienes pugnaron por el derecho al voto y a la educación.

Como lo dice la Dra. Marilú Rojas Salazar que es investigadora y teóloga mexicana y es integrante de la Cátedra de Teología Feminista en la Universidad Iberoamericana CDMX.

Pero hay que hacer un análisis de la postura que tienen las mujeres frente al machismo, patriarcado o al género masculino; porque hoy vemos a mujeres empoderadas que llegan a abusar de su condición y de sus argumentos violentando a los hombres y haciendo daños al patrimonio del mundo.

Demostrando que sus argumentos de movimiento se pueden a llegar a contradecir, todo por las acciones mal encaminadas por muchas de las integrantes del movimiento.

No digo que estén mal los movimientos que se hacen para alzar la voz y hacerse visibles pues al contrario creo que son necesarios para frenar las injusticias derivadas de la discriminación, la cultura en muchos lugares ha hecho que las mujeres sean menospreciadas.

Al mismo tiempo son violentadas física y psicológicamente y eso no es justo para ningún ser viviente.

“El feminismo del tercer mundo o de las diferencias no solo se fija en la diferencia de género, sino también en las diferencias de raza, clase, etnia, cultura sexualidad y religión. Sin embargo, al contrario que la teoría feminista postmoderna” (1), no sólo señala la discursividad de tales diferencias, sino también su materialidad, como dice Elisabeth Schüssler Fiorenza.

Una forma tradicional que ha contribuido a visibilizar los procesos de la lucha de las mujeres, es la ubicación de cuatro olas históricas, así lo enuncia Montserrat Dehesa Santillán, egresada de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM y colaboradora del Centro de Estudios de Género en el marco del ciclo de actividades “Somos diversidad, retratos de género”.

OLA DE LA ILUSTRACIÓN: se originó durante la época de la Revolución Francesa; las mujeres cuestionaron los privilegios masculinos afirmando que no son una cuestión biológica y/o natural. Aquí el movimiento no era conocido todavía como feminista.

OLA LIBERAL SUFRAGISTA: aquí el feminismo apareció por primera vez como un movimiento internacional con identidad teórica. Es en esta ola que con grandes esfuerzos se consigue el derecho al sufragio en 1918, cuando en Inglaterra se regula el voto para mujeres mayores de 30 años y poseedoras de una casa.

OLA DE LA LIBERACIÓN SEXUAL: con el lema lo personal es político se buscaba llamar la atención sobre la opresión de la mujer en el ámbito privado. Esta ola hace referencia al profundo y generalizado cambio ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX en numerosos países del mundo occidental, desafiando los códigos tradicionales relacionados con la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano y las relaciones sexuales.

OLA DE LA SORORIDAD: Este término va encaminado hacia la hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género. Sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana. Es un neologismo empleado para hacer mención a la solidaridad que existe entre mujeres, especialmente, en las sociedades patriarcales.

Hay muchas circunstancias de la vida que son lamentables de ver o enterarse de los diferentes tipos de abusos que sufren las mujeres, es triste saber de muchas injusticias puesto que todos tenemos una mujer importante en nuestra vida y ser empáticos con las desgracias que vemos día a día en los noticieros es importante porque en cualquier momento puede ser una mujer cercana a nuestra vida la que sufra de alguna forma.

Son muchos los sectores que reciben discriminación y eso es lo que está mal, pues debemos de aprender a convivir y ser tolerantes. Pero principalmente no sobrepasar los límites que llegan a agredir a las diferentes personas que están en nuestra sociedad simplemente porque son diferentes a nosotros.

 

[1] Elisabeth Schüssler Fiorenza, Los Caminos de la Sabiduría, 91.

 

 

Antonio Amaya Vidal

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