No pido riquezas, ni esperanzas,
ni amor, ni un amigo que me comprenda;
todo lo que pido es el cielo sobre mí
y un camino a mis pies
Robert Louis Stevenson
Por: Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Aquello de la guerra contra el narcotráfico por parte de Estados Unidos va muy en serio. No se trata solo de los discursos incendiarios de Donald Trump, como en ocasiones anteriores para meter presión; es una realidad que va con todo, contra todos, y no le importa quién se le ponga enfrente. Ya quedó demostrado.
Que conste que no se trata, bajo ninguna circunstancia, de justificar a ultranza las acciones del republicano, ni de convertirse en traidor a la patria por intentar hacer análisis, como repiten los discursos que salen de Palacio Nacional y que secundan los jilgueros del régimen. Pero las señales fueron muchas y claras: Trump no tiene freno, y ya lo había demostrado.
Ya habíamos visto la destrucción de lanchas en el Caribe, supuestamente cargadas con droga y que se dirigían al territorio norteamericano. No hubo sobrevivientes, y aunque se trató de aguas internacionales, la acción bélica estuvo presente. Los países afectados pidieron explicaciones, pero, obviamente, no se las dieron, más aún por tratarse de embarcaciones de procedencia venezolana.
Lo que sucedió a principios de esta semana no lo habíamos visto antes, aunque hubo varios avisos: sobrevuelos de drones, militarización de la frontera y la entrega de prisioneros peligrosos por parte del gobierno de Claudia Sheinbaum al de Trump. No había un antecedente. La destrucción de una lancha a 800 kilómetros del puerto de Acapulco disipa cualquier duda: no se está jugando, y si es necesario, habrá incursión, aunque no sea espectacular.

En los recientes anuncios sobre operaciones en el Océano Pacífico y el Caribe internacional, el gobierno de Estados Unidos reportó la destrucción de al menos 14 embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas desde comienzos de septiembre de 2025. En esas acciones han perdido la vida 57 personas, y solo se han reportado tres sobrevivientes.
Aunque hubo críticas por parte de Claudia Sheinbaum en su mañanera y se condenó el acto por las vías institucionales, de aquel lado hay oídos sordos. La soberanía no se pierde de golpe: se erosiona con cada silencio, y en ese contexto es cuando hay que poner límites. Pero la Cancillería y su titular parecen extraviados.
Lo que pasó frente a Acapulco no es cosa menor: es tensión diplomática, una advertencia envuelta en fuego y la muestra de que México sigue nadando entre la indiferencia y la obediencia.
No se puede negar que la presión va en aumento. Siguen las declaraciones de que México está gobernado por el narcotráfico, aunque también hay elogios para Claudia Sheinbaum. Por si fuera poco, está la prohibición para que aerolíneas que van y vienen lleguen al AIFA, un nuevo plazo para la imposición de aranceles y todo esto en la antesala de una renegociación del T-MEC.
Que no nos digan, que no mientan: la relación es complicada, y lamentablemente se va a poner peor… Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
El tour de Noroña continúa, aunque sus transmisiones son en las habitaciones de lujo que le han dispuesto, cómo le gusta el show, el reflector, el protagonismo, esos son sus alimentos.
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Hasta la próxima.

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